Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Mateo 16:24, 25.

Por primera vez Jesús les dice claramente a sus discípulos que su destino en esta Tierra pasaba por la Cruz: “Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día” (Mat. 16:21).

No era lo que los discípulos esperaban de Jesús ni lo que debía ocurrir con él. Esto no coincidía con sus expectativas del Mesías, mucho menos con la perspectiva que tenían para su propia vida. Su ilusión, en realidad, iba en sentido contrario. Ellos, como muchos cristianos contemporáneos, esperaban que, por estar en relación con Jesús, todos sus problemas terrenales se solucionarían, y que pronto gozarían de una vida exenta de sacrificio, dolor y sufrimiento.

Pedro, seguramente con buena intención, pero con gran ignorancia espiritual, lleva aparte a Jesús y trata de disuadirlo, para librarlo del martirio.

Entonces, Jesús profiere una de sus más duras reprensiones, en este caso, hacia Pedro, porque era necesario quebrar el ensalmo de sus falsas concepciones sobre su carácter y misión, sus falsas expectativas, y su mente centrada en el yo y en el bienestar y el placer terrenales: “¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres” (vers. 23).

Aprovechando este momento crítico, Jesús se dirige al resto de los discípulos, e incluso a otras personas que estaban con ellos (Luc. 9:23), y les lanza el tremendo desafío de nuestro texto de reflexión para hoy: si alguno quiere ser cristiano, es decir, seguidor de Jesús, debe negarse a sí mismo, tomar su cruz, seguir en pos de Jesús y estar dispuesto a perder su vida por amor a él. En otras palabras, no solo hubo una cruz para Jesús: también hay una cruz reservada para cada cristiano que quiera serlo de verdad.

Mañana continuaremos reflexionando en este vital mensaje de Jesús.

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie






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