Tú, su hijo Belsasar, no has humillado tu corazón, sabiendo todo esto; sino que contra el Señor del cielo te has ensoberbecido, e hiciste traer delante de ti los vasos de su casa [de Dios], y tú y tus grandes, tus mujeres y tus concubinas, bebisteis vino en ellos […] y al Dios en cuya mano está tu vida, y cuyos son todos tus caminos, nunca honraste. Daniel 5:22, 23.

El profeta Daniel, sin temor a las consecuencias transmite al rey Belsasar un mensaje duro de parte del cielo. Le recuerda que Dios había llenado de poder a Nabucodonosor, su antepasado, pero que “cuando su corazón se ensoberbeció y su espíritu se endureció en su orgullo, fue depuesto del trono de su reino y despojado de su gloria” (vers. 20). Pero también le hizo recordar la gran misericordia de Dios, y su deseo de salvar y no de condenar, pues este estado de pérdida de la razón y de su poder sucedió “hasta que reconoció que el Altísimo Dios tiene dominio sobre el reino de los hombres y que pone sobre él al que le place” (vers. 21). Belsasar no ignoraba esto, pero no tuvo la sensatez de aprender de la experiencia de otros.

Hoy también nosotros tenemos que tener la suficiente humildad. sensatez y sabiduría como para sacar partido de la experiencia ajena. Es importante que reflexionemos en la historia humana, y el porqué de la caída de las civilizaciones y los imperios. Es vital también ¡que al observar el fracaso de quienes sabemos que han elegido el mal camino en la vida, podamos extraer lecciones acerca de la insensatez de apartarse de los caminos de Dios, de los caminos del bien, la bondad y la rectitud.

Sobre todo, que podamos alzar los ojos al cielo y reconocer que hay alguien más grande que nosotros mismos, alguien que contrariamente a los dioses terrenales que nos hemos forjado, del poder, el dinero, el orgullo y el placer, merece nuestra adoración y nuestra lealtad.

Que no nos suceda, al final de la historia y de nuestra propia microhistoria, que la evaluación de Dios sobre nuestra vida sea la que hizo sobre Belsasar: “Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto” (vers. 27).

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El Tesoro Escondido”
Por: Pablo Claverie






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